Desde la cocina de su madre hasta la lista de los mejores restaurantes del mundo, el creador de Celele representa una nueva visión de la cocina colombiana, basada en la biodiversidad y la sostenibilidad.
La historia de Jaime Rodríguez, chef del restaurante Celele en Cartagena, es también la historia de una transformación silenciosa pero poderosa en la cocina colombiana. Nacido en Boyacá, formado en el SENA de Tunja y criado entre los fogones de su madre, Rodríguez ha dedicado más de una década a explorar el alma de la gastronomía del Caribe. Hoy, su restaurante ocupa el puesto 48 en el ranking The World’s 50 Best Restaurants 2025, y ha sido reconocido además como el restaurante más sostenible del mundo.
Pero su camino no comenzó en grandes escenarios. “Yo soy cocinero hace 14 años, pero he estado metido en la cocina desde los 8. Mi mamá también es cocinera y siempre aprendí de ella”, recuerda Rodríguez en entrevista con Revista Buen Gusto. Tras su formación técnica, llegó a Bogotá, donde pasó por las cocinas del Hotel La Fontana y luego del restaurante Criterión, donde trabajó junto a los hermanos Rausch en aperturas en Panamá y Cartagena.
Fue precisamente en Cartagena donde encontró un territorio fértil para su inquietud creativa. Allí lideró la propuesta de El Gobernador, y emprendió una travesía culinaria por regiones como Cundinamarca, Santander, Boyacá y el mismo Caribe, con el propósito de construir un menú que hablara con identidad colombiana.
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Con ese conocimiento a cuestas, en 2018 fundó Proyecto Caribe, junto a su socio Sebastián Pinzón, un espacio de investigación gastronómica que más tarde daría origen a Celele. “Queríamos hacer una cocina caribeña más cercana. Empezamos con cenas pop-up mientras viajábamos por el norte colombiano aprendiendo sobre ingredientes, técnicas y saberes que casi nadie conocía”, explica el chef.
El Caribe fue, como él lo dice, una oportunidad para aprender desde cero. “Todo era nuevo: el mote de queso, el caimito, el níspero, el corozo, la cocina wayuu, la sabana del Caribe… Y para mí era mucho más emocionante.” Hoy, esa curiosidad se traduce en platos que exaltan el producto local desde una mirada contemporánea, con respeto por el origen y un modelo sostenible que involucra a pescadores artesanales, agricultores y mujeres cabeza de hogar.
“Para mí, la gastronomía colombiana es diversidad. Tenemos todos los pisos térmicos y una despensa enorme: más de 100 variedades de papa, más de 80 tipos de fríjol, frutas de todo tipo y cocinas pluriculturales: andina, indígena, pacífica, caribeña. Si recorremos el territorio, podemos saborear muchos países en uno solo.”
Rodríguez asegura que Colombia está viviendo su mejor momento gastronómico. “Tenemos talento local que está haciendo cosas muy interesantes con producto nacional. El reto ahora es que el comensal colombiano entienda y valore estas propuestas. Es el momento de Colombia.”
Cuando le preguntan a qué le sabe Colombia, responde sin dudar: “A salpicón de frutas: dulce, ácido… una mezcla de sensaciones”. Así, con una visión fresca, arraigada y profundamente respetuosa del territorio, Jaime Rodríguez ha convertido a Celele no solo en un restaurante de clase mundial, sino en un manifiesto vivo de lo que puede ser la nueva cocina colombiana.
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