Kinjo pasó de ser un proyecto académico a un restaurante de amplia aceptación en la escena gastronómica de Bogotá, a pesar de las dificultades de sus primeros años.
Unos meses antes de entrar en confinamiento por la pandemia del Covid 19, Kinjo abrió sus puertas en Prado Veraniego, Bogotá.
Fue un punto de giro inesperado para Alejandra León, fundadora del restaurante, quien tuvo que adaptarse muy rápidamente para reacomodarse en medio de la crisis global que impactó a la industria gastronómica en su totalidad.
Sin embargo, con una propuesta de negocio sólida, concebida en un proyecto académico, y con su enfoque en mantener altos estándares de calidad y sostenibilidad, no solo logró mantenerse a flote durante el confinamiento, sino también consolidar a este establecimiento, que hoy por hoy goza de gran aceptación en el segmento de la cocina asiática.
En entrevista con revista Buen Gusto, ella comparte cómo su proyecto se convirtió en una marca gastronómica con potencial de crecimiento, cómo enfrentó las dificultades iniciales y cómo ha logrado destacarse en el competitivo sector gastronómico de Bogotá.
Tome nota, la historia de Kinjo ofrece una visión sobre las estrategias efectivas y la determinación necesarias para superar obstáculos en el mundo de los negocios.
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Cuéntenos, Alejandra, ¿cómo surgió la idea de crear Kinjo, barrio asiático?
Todo comenzó cuando estaba haciendo mi proyecto de grado en la universidad. En las universidades muchas veces te preparan para ser empleado, no para ser dueño.
Durante años trabajé en la industria de restaurantes, así que conocía cómo funcionaban desde afuera, pero no cómo era estar al mando. Fue entonces cuando pensé en un lugar pequeño, como una taquería, pero con un concepto diferente.
En ese momento, estaba fascinada con el mezcal, y durante 2015, cuando llegaron las primeras etiquetas a Colombia, todos queríamos tener mezcal. Así que propuse un lugar donde el mezcal y el tequila fueran protagonistas, acompañados de buena comida que maridara perfectamente con los tragos. Todo eso lo puse en papel como parte de mi proyecto, pero al graduarme decidí convertirlo en realidad y no dejarlo solo en el papel.
Y, evidentemente, el formato y la propuesta gastronómica cambiaron (risas).
La ubicación de Kinjo se sale de lo convencional, ¿cómo llegaron a este local y por qué decidieron establecerse acá?
«Visitamos muchas zonas de Bogotá, pero los costos de arriendo eran exorbitantes, hasta 100 millones de pesos. Finalmente, encontramos este local en un edificio desocupado, y aunque era grande y nadie se había fijado en él, decidimos arriesgarnos. Mi cuñado se unió al proyecto, lo que nos permitió avanzar. La decisión clave fue dejar los miedos atrás y lanzarnos. Es un mito que para triunfar hay que estar ubicado en las zonas gastronómicas más reconocidas. Si la propuesta es sólida, la gente llega, aunque el sector no sea el más convencional».
A propósito, ¿cuál ha sido la clave para que este modelo de negocio sea sostenible?
«Desde el primer día, nos enfocamos en la calidad. Sabíamos que al principio éramos un lugar costoso para el sector, pero hoy somos reconocidos por tener un muy buen producto. Nunca hemos bajado la calidad. Nunca. Creo que eso ha sido fundamental para nuestro éxito».
¿Qué significa para usted el éxito de Kinjo, y cómo lo mide?
«El éxito de Kinjo es la recompensa por todos los esfuerzos que hemos hecho, en lo colectivo y en lo personal. Para mí, el éxito no se mide solo en términos financieros, sino en la capacidad de superar obstáculos, aprender de los errores y seguir adelante. Ver a nuestros clientes satisfechos y a mi equipo comprometido es la mejor señal de que estamos en el camino correcto».
¿Qué habilidades has desarrollado para liderar este proyecto?
«La mejor habilidad que he desarrollado es la capacidad de liderar un equipo en tiempos difíciles. Esto lo aprendí en experiencias previas en grupos gastronómicos, pero es una habilidad clave para mantener el proyecto en marcha. Saber motivar a mi equipo, comunicarme de manera efectiva y tomar decisiones difíciles son habilidades que he perfeccionado con el tiempo».
Y a propósito ¿cuáles han sido los desafíos más difíciles de superar en este camino emprendedor?
«Bueno, atravesamos una pandemia. Eso no estaba en los planes. En medio de esa coyuntura y después de que algunas cosas no funcionaron como esperaba, tuvimos que empezar desde cero. Fue un renacer, pero logré mantener a mi equipo, que decidió seguir adelante conmigo. Eso fue clave para seguir creciendo.
Pero diría que la falta de mano de obra calificada es, incluso, un desafío más grande. Hoy, el sector gastronómico está pasando por una crisis sin precedentes en cuanto a la disponibilidad de personal realmente capacitado.
¿ Cómo superó esos desafíos?
«Fue un proceso de aprendizaje continuo. Cuando las cosas no salieron bien, tuve que desaprender muchas cosas para luego volver a aprender. Tuve que reorganizarme, recortar gastos y buscar formas creativas de mantener el negocio a flote. Lo más importante fue mantener la calma y ser flexible para adaptarme a las circunstancias.
Sí, hubo momentos muy duros, especialmente después de la pandemia, donde realmente me vi en el piso. Todo lo que había construido parecía desmoronarse, pero decidí no rendirme. Lo que más me motivó fue mi equipo, que decidió quedarse y seguir adelante conmigo, a pesar de las dificultades».
¿La mejor lección de esa etapa?
«Ser muy organizado y no dejar que las dificultades financieras nos desanimen».
¿Hay alguna decisión que hubiera tomado diferente?
«No. Aunque muchas veces me equivoqué al seguir más el corazón que la razón, gracias a esas decisiones hoy estamos donde estamos. Si bien hubo momentos en que todo se veía mal, al final, seguir adelante con el corazón ha valido la pena».
Alejandra, ahora miremos ahora al futuro, ¿qué proyecta para Kinjo?
«Queremos expandirnos a otros sectores. Ya tenemos una base sólida de clientes y un público interesado. Aunque el reto más difícil para un restaurante no es el lugar donde está, sino atraer a la gente, creo que tenemos el potencial para crecer. Después de todo, lo que hemos construido es la recompensa de muchos esfuerzos».
¿Qué es lo que nunca le contaron de emprender en gastronomía?
«Algo que nunca te cuentan al emprender en gastronomía es que cada día enfrentas nuevos retos. Cada día trae una lección. Si uno no es fuerte, no es tan fácil resistir este ritmo».
¿Qué consejo le daría a alguien que quiere emprender en el sector gastronómico?
«Mi consejo principal sería que se organicen desde el primer día y que nunca bajen la calidad de su producto o servicio. También, que tengan un control estricto de la parte financiera, porque es un área en la que muchos emprendedores suelen fallar. Además, les diría que no subestimen la importancia de la experiencia y la formación académica. Ambas son necesarias para poder manejar un negocio con éxito. Y, sobre todo, que no tengan miedo de renacer de las cenizas si las cosas no salen como esperaban. Cada día es una nueva oportunidad para aprender y mejorar».
La propuesta de Kinjo
Kinjo fusiona la cocina asiática con ingredientes latinos, utilizando ganadería regenerativa y carnes maduradas en seco. El restaurante ofrece un menú que abarca desde platos coreanos como el bibimbap hasta sushi, con un toque latino. Además de su variado menú, Kinjo presenta un ambiente minimalista y contemporáneo con una barra de teppanyaki, reflejando un compromiso con la calidad y prácticas sostenibles.
Dónde: Cl. 128c #49-06
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