El mundo del vino según José Peñín

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“Viajero infatigable, conferenciante, consultor, catador, miembro de diferentes jurados internacionales con innumerables premios” es un buen resumen de quién es José Peñín. Esta nota es el recuerdo de un encuentro que tuvimos con él, en Bogotá, en el que compartió experiencias y apreciaciones sobre el vino y su consumo.

“Saber de vinos no es tanto ir a un curso de cata. En un principio, el consumidor debe gastar su dinero en comprar varias botellas y hacer la cata en casa sin que nadie influya. Entrará a esta cultura a través de lo sensorial, llegará la práctica y sabrá expresarlo”, asegura José Peñín.

Quizá su principal característica es llevar el vino a un escenario sencillo, donde se describe con objetividad, haciéndolo fácil para cualquiera. Intenso, potente, débil, complejo, rico en matices, frutal, bajo de acidez, equilibrado o desequilibrado son los adjetivos que le gusta utilizar para transmitir su experiencia sensorial, ya que definirlo así hace que todos perciban lo mismo.

«Los comunicadores hemos sido culpables de crear un muro a los consumidores que se inician en la cultura del vino a través de un metalenguaje. No se puede, si se escribe en un medio de difusión general, describir un vino con términos subjetivos”, manifiesta.

Y con subjetivos se refiere a todos aquellos descriptores y atributos que puede llegar a encontrar el consumidor en una copa de vino, muchos de los cuales son inasibles para la mayoría. Su recomendación es recurrir a sensaciones, aromas y sabores comunes, que puedan ser fácilmente percibidos para que, en lugar de alejarse, quien se inicia en la cultura del vino, se enamore.

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Para Peñín, el vino debe poner a prueba el paladar, y reitera la idea de catar sin prejuicios para descubrir en el tiempo, “con toda la sorpresa del mundo, que su percepción coincide con la de otros”.
No obstante, este conocedor reconoce la necesidad de una ‘liturgia del vino’, pues – como señala – “¡uno no bebe vino como bebe refrescos!”. Por eso, una vez el entusiasta pasa a ser un enófilo llegan las lecturas y esa inquietud por conocer más y ‘refinarse’.

El experto destaca al consumidor colombiano, quien considera aún tiene un paladar virgen con posibilidad de explorar en medio de la diversidad de marcas, cepas y regiones que hoy por hoy se acumulan en góndolas y cavas. “Colombia es un país emergente en vinos, nadie se extrañe que en 10 años aumente de 1 litro y medio el consumo per cápita a 8 litros al año”.

Y agrega que el vino en Europa siempre ha estado ligado a un consumo alimentario, sin teoría. “Los países no productores han sido los primeros en entender el vino porque los que lo producimos tenemos ciertos atavismos y vicios creados”.

Foto tomada de http://jpenin.guiapenin.wine/

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