Cafeterías canadienses renombraron el café americano como “café mexicano” en protesta contra los aranceles de EE.UU.
Por: Indira Andrea Quiroga Dallos*
La preparación popularmente conocida como “Americano” se originó, según se dice, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Los soldados estadounidenses en Italia pedían que su café fuera servido con mayor cantidad de agua (rebajado), diferenciándose así del tradicional espresso italiano. Esto generó críticas por parte de los locales, pero con el tiempo, el término se popularizó y extendió a otros países.
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Recientemente, algunas cafeterías en Canadá anunciaron su decisión de cambiar el nombre de café americano a café mexicano, en respuesta al incremento de aranceles impuesto por Estados Unidos a productos canadienses.
Dentro de las opciones planteadas para renombrarlo, se incluyen “café de olla” (nombre utilizado en establecimientos mexicanos) y café azteca. Sin embargo, estas denominaciones no corresponden a una relación directa con el origen del café consumido en Canadá ni con la procedencia del grano como tal.
Si la decisión de rebautizar la preparación se basara en el lugar de origen del café consumido por los canadienses, debería llamarse café brasileño o café colombiano, considerando que estas dos naciones son sus principales proveedores de este grano. Y su nombre seguramente tendría que cambiar nuevamente si las relaciones comerciales entre estos países se modificaran. Ahora bien, tampoco podría llamarse café azteca, pues el café no era un cultivo presente en Mesoamérica durante la época del imperio azteca.
Este cambio en la manera de presentar esta bebida (espresso con adición de agua), que se ofrece en las cafeterías de Canadá, no responde a una cuestión geográfica o histórica, sino a un acto político de consumo. Se trata de una manifestación simbólica que expresa una postura crítica y activa frente a las recientes políticas comerciales de Estados Unidos. Tanto Canadá como México son socios principales de Estados Unidos. Renombrar el café americano como café mexicano funciona como un acto de oposición a la construcción de lo que se entiende por “americano”, más allá del café.
Tal como lo señala Canclini (1995) el consumo remite “al conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos”. En ese sentido, el consumo no es un acto pasivo, sino un mecanismo de diferenciación y expresión política. Este cambio no sería una simple modificación de nombre a una bebida; más bien, convoca a reflexionar sobre las dinámicas del poder y el rol de los consumidores como decisores de compra y participantes activos. Así como lo sugiere Canclini, el consumo sirve para pensar, pero también para impulsar el cambio.
Foto: Pexels – Kaboompics.com
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*Indira Andrea Quiroga Dallos: Docente Asistente Programa Profesional en Gastronomía y Alta Cocina – Universidad Autónoma de Bucaramanga
Referencias bibliográficas: Canclini, N. G. (1995). Consumidores y ciudadanos: Conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo.