Muchas veces la reputación de un restaurante se va cuesta abajo por algunos errores en servicio, muy fáciles de evitar.
Al revisar los comentarios que dejan los comensales en redes sociales o plataformas como TriAdvisor, Degusta, o Restorando, entre otros, hemos encontrado que las experiencias negativas, además de la calidad de la comida, tienen una relación directa con el servicio.
Sabemos que hay situaciones molestas que pueden dañarnos el plan de salir a comer y, como consumidores, nos hemos vuelto cada vez más exigentes. El problema para el restaurante está en que las malas percepciones se dispersan por Internet a una velocidad imposible de controlar.
Muchas veces, juzgamos mal a un establecimiento por el mal servicio que nos brindaron el día que lo visitamos, desconociendo las causas que pudieron ocasionar la negativa experiencia.
En el sector gastronómico, todos, hasta los más experimentados, tienen malas jornadas. Es por eso que a los restaurantes no se les puede juzgar de primerazo.
Otra cosa es cuando el tema es recurrente y la falta de entrenamiento al personal de servicio se nota a leguas, una y otra vez, en situaciones tan básicas pero que resultan tan incómodas, como:
– El personal que no saluda ni se despide adecuadamente
– Nos retiran la bebida o el plato del comensal sin consultarnos o sin que hayamos terminado
– interrumpen constantemente, trasgrediendo una regla básico del servicio: que sea silencioso
– Los tiempos de espera son excesivamente altos, que demuestran la falta de organización interna del personal
– La comida llega a baja temperatura y se percibe que no hay una correcta alineación entre la cocina y los meseros.
– El mesero o administrador no logra controlarse y se altera cuando recibe una crítica por parte del cliente.
Ante casos como estos, y otros incluso más graves, nuestro rol como consumidores es poder entablar una conversación constructiva, y amigable, con el personal del servicio del establecimiento. Sin importar qué tan deficiente haya sido la experiencia, conservar la cortesía ayuda más que perder los estribos.
Los 5 pecados de los meseros en un restaurante
Para mejorar la experiencia del servicio, los establecimientos gastronómicos, deberían prestarle atención, a nuestro juicio, a resolver temas como:
1. Servicio a destiempo: realmente, es algo incómodo ver en la mesa el plato servido de tu acompañante mientras esperas una “eternidad” a que llegue el tuyo. O a la inversa. Cuando en un restaurante sirven los platos a destiempo pasan dos cosas: o todos terminan comiendo por separado, o a alguno le toca comer su plato frío por esperar que lleguen las demás órdenes.
2. Desconocimiento del menú: para los meseros dar con respuestas certeras sobre los ingredientes de los platos a veces es, simplemente, imposible. Por desconocimiento de la carta o porque no han probado los platos, sus recomendaciones no van más allá que “el menú de la casa”. De maridajes, ni hablar.
3. Descuido y descortesía: el desaseo y la mala presentación personal deja mucho que desear. Por su parte, no faltan los meseros distraídos o desatentos, que están pendientes de todo menos del servicio. Son aquellos que se la pasan conversando con sus compañeros, o mirando el celular. A veces, toca hacer todo tipo de maromas para captar su atención. Y para colmo, suelen olvidar o trastocar los pedidos.
4. Intensidad: en contraposición al punto anterior está el otro extremo, pues una cosa es la amabilidad y otra cosa es que pase el mesero cada cinco minutos el mesero a interrumpir con preguntas que, aunque son de buena fe, resultan incómodas en cierto punto: ¿cómo les pareció el plato?, “¿se le ofrece algo más?”, “¿está todo bien?, “¿ya le puedo retirar?
5. Falta de actitud : hay algunos meseros a los que simplemente se les nota la pereza. No escuchan, caminan lento, no son cordiales. La buena actitud es algo que todos los comensales agradecemos.