En el corazón de Chapinero se encuentra un restaurante italiano encantador y con alma: Flora, que con su enfoque meticuloso en la preparación artesanal de platos italianos ha empezado a sonar como una de las revelaciones en este segmento tan competido de la escena gastronómica capitalina.
Y es que Flora es el resultado de la visión y la pasión de Ana María Jaramillo, una diseñadora de interiores que, tras dedicar años al mundo de los eventos, decidió dar un giro a su carrera. Junto a su equipo, Ana canalizó su creatividad y habilidades hacia la creación de un espacio que refleja su amor por la cocina italiana auténtica y sin pretensiones.
El resultado es un espacio que celebra la belleza cotidiana. Desde su apertura en agosto del año pasado, Flora se ha convertido en un lugar donde la simplicidad y la calidad son las protagonistas. La filosofía del restaurante se basa en la idea de resaltar los sabores puros y claros de la cocina italiana, utilizando ingredientes frescos y de alta calidad.
Todo, desde el mascarpone hasta las salchichas, se elabora en casa, lo que permite un control meticuloso sobre cada plato que sale de la cocina.
La propuesta de Flora va más allá de la típica oferta italiana. Aquí, se exploran recetas auténticas con un toque único, evitando los clichés culinarios. Por ejemplo, la salsa de tomate de dos ingredientes es un testimonio de la dedicación de Ana y su equipo a la simplicidad y al sabor auténtico.
Flora no solo es un lugar para disfrutar de una excelente comida, sino también para vivir una experiencia completa. Durante el día, el ambiente se llena con música clásica, creando un espacio tranquilo y acogedor. Por la noche, el restaurante se transforma en un lugar vibrante y animado, con DJs que ponen música y una barra completa que ofrece una amplia selección de licores italianos y cócteles artesanales.
Al adentrarse en Flora, la música da la bienvenida a los comensales en un entorno rodeado de plantas de variados tamaños. La fusión del verde y la luz diurna invitan a sumergirse en una experiencia que va más allá del paladar: es una celebración diaria de la belleza que emana de la cocina italiana.
Esta culinaria, arraigada en la historia y la tradición, ha sido una parte esencial de las gastronomías mediterráneas, un reflejo de la riqueza cultural de diversas regiones que ha perdurado gracias al gusto de locales y viajeros por igual.
Así surgió la propuesta de Flora
Flora se llama así por el renacer, y significa el florecimiento de nuevas etapas, como lo experimentó Ana.
Ella creció inmersa en un ambiente donde la pasión por la cocina era palpable. Su hermana es chef, sus abuelos dedicaban los domingos a la preparación de pasta y sus padres compartían con ella el amor por la gastronomía y sus recetas de infancia.
Entre sus recuerdos más preciados, guarda con cariño los días en los que la pasta era el nexo que unía a su familia, incluso en momentos de separación geográfica. Esta conexión profunda con la comida italiana se manifiesta en su plato favorito: la vongole.
El lema «Mangiare per vivere e non vivere per mangiare» (comer para vivir, no vivir para comer) se convirtió en su guía para explorar la narrativa culinaria de Flora, que surgió como resultado de una evolución personal de Ana María, quien dejó atrás el mundo de los eventos para embarcarse en una nueva travesía culinaria, junto a su socio de vida, Andrés.
La inspiración nació de la apertura de Atlas, un bar de vinos que inauguraron en la pandemia. Este proyecto encendió la chispa de involucrarse aún más en el mundo de la gastronomía. La decisión de enfocarse en la cocina italiana surgió de la necesidad de crear un espacio que capturara la esencia de las experiencias que Ana María compartía con su familia.
La visita a un restaurante en Los Ángeles, donde la pasta se elaboraba a mano sin el uso de máquinas, dejó una impresión duradera en ella y en Andrés. Esta experiencia los llevó a embarcarse en un curso en Bolonia, Italia, donde perfeccionaron su técnica y transformaron su enfoque culinario.
Este viaje fue revelador. Les enseñó la importancia de utilizar ingredientes de alta calidad y de mantener la simplicidad en la preparación de los platos. La experiencia influyó en la dirección que tomaría el restaurante y en la forma en que abordan la gastronomía italiana.
Porque Flora no es solo un restaurante, es una experiencia que celebra la autenticidad y la pasión por la gastronomía italiana. Cada plato, cada detalle del espacio y cada sonoridad se combinan para crear un ambiente donde se celebra la belleza cotidiana.
A su vez, la carta de vinos de Flora es una joya en sí misma. En lugar de seguir los convencionalismos, la selección de vinos refleja la pasión y el conocimiento de Ana por los vinos italianos. Cada elección está cuidadosamente considerada para complementar la experiencia gastronómica única que ofrece el restaurante.
El espacio de Flora es una oda a los patios italianos, con una atmósfera cálida y acogedora que invita a los comensales a relajarse y disfrutar de la comida. Una visita al segundo piso permite a los clientes observar la preparación artesanal de los productos, lo que agrega un toque especial a la experiencia.
Flora no solo es un restaurante, es una celebración de la cocina italiana en Bogotá. Ana y su equipo han logrado crear un espacio donde la autenticidad y la calidad son las estrellas, y donde cada plato cuenta una historia de dedicación y pasión por la gastronomía.
¡Qué delicia es Flora!, un restaurante al que hay que ir y repetir.
Información Práctica:
- Dirección: Cra. 5 #58 – 45
- Horarios: Abierto de lunes a jueves de 12m a 11pm, viernes y sábados de 12m a 12am y domingos y festivos de 12m a 9pm.
- Reservas: (313)289-7359
- Contacto: Sitio web de Flora
- Instagram: @florachapinero