McDonald’s, Wendy’s y Denny’s reportan descenso significativo en tráfico de clientes mientras estadounidenses prefieren cocinar en casa
La industria restaurantera de Estados Unidos atraviesa una crisis sin precedentes tras reportar una caída de mil millones de comidas consumidas fuera del hogar entre enero y marzo en comparación con el mismo período del año anterior. Esta transformación en los hábitos de consumo, impulsada por preocupaciones económicas y la inflación, ha obligado a las principales cadenas del país a replantear sus estrategias comerciales.
Gigantes del sector como McDonald’s, Wendy’s, Dine Brands —propietaria de Ihop y Applebee’s—, Sweetgreen y Denny’s han alertado a los inversores sobre el impacto negativo que la cautela del consumidor está generando en sus ingresos. Chris Kempczinski, CEO de McDonald’s, reveló que las visitas a restaurantes de comida rápida por parte de clientes con bajos ingresos se redujeron en “dos dígitos” durante el segundo trimestre del año, atribuyendo esta caída a la disminución de los ingresos reales de los ciudadanos.
Según datos de la consultora Circana, este descenso marca el fin de un período de estabilidad relativa que se había mantenido desde 2023 en el equilibrio entre comidas consumidas dentro y fuera del hogar.
El fenómeno responde a múltiples factores económicos, incluyendo el temor a una desaceleración del mercado laboral y el impacto económico del plan arancelario del presidente Donald Trump, que han desincentivado el gasto de los consumidores.
La empresa de estudios Black Box confirmó que las visitas a restaurantes en Estados Unidos han caído 1% este año comparado con 2024, siendo los establecimientos de comida rápida los más afectados con una reducción del 2,3% en el segundo trimestre. Cuando los estadounidenses han continuado comiendo fuera, han implementado estrategias de ahorro como eliminar bebidas y aperitivos o elegir platos más económicos para reducir el ticket promedio, según John Peyton, CEO de Dine Brands.
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El contexto económico es determinante: aunque la inflación general de alimentos se ha desacelerado, el costo de comer fuera crece a un ritmo superior al de cocinar en casa. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos proyecta que esta tendencia continuará, mientras que el año pasado los estadounidenses gastaron $1,1 billones en alimentos para consumo doméstico frente a $1,5 billones en comidas fuera del hogar.
En respuesta a esta crisis, las cadenas han multiplicado sus ofertas económicas con resultados dispares. Desde las cajas Luxe Cravings de Taco Bell hasta el menú de cinco dólares de McDonald’s, la industria busca desesperadamente atraer consumidores cada vez más selectivos con el gasto. Paralelamente, empresas como Reynolds Consumer Products están capitalizando este cambio expandiendo la distribución de productos para el almacenamiento de comidas caseras, aprovechando lo que su CEO Scott Huckins describió como “la necesidad creciente de encontrar formas cómodas de cocinar y disfrutar la comida en casa”.
Pese al panorama adverso, los operadores mantienen esperanzas de recuperación antes del cierre del año. Scott Boatwright, CEO de Chipotle Mexican Grill —que ha rebajado por segunda vez sus objetivos de crecimiento—, atribuye la situación a “factores macroeconómicos” y reconoce que el consumidor de bajos ingresos ha colocado la relación calidad-precio como prioridad fundamental, sugiriendo que una mejora en las condiciones económicas generales podría revertir esta tendencia hacia la cocina doméstica.
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