Aunque en los últimos meses la inflación ha mostrado algunos signos de desaceleración, esto no implica necesariamente un alivio significativo para el empresario gastronómico ni para los consumidores, pues en la práctica los precios continúan en aumento.
Resulta paradójico que los precios sigan aumentando a pesar de que muchos de los eventos que desencadenaron la alta inflación en los últimos años, como la pandemia de COVID-19, los problemas en la cadena de suministro y la guerra en Ucrania, comenzaron hace varios años. Pero así es: la inflación alimentaria es el resultado de múltiples factores complejos y entrelazados.
Un reciente estudio de LendingTree revela que la mayoría de los estadounidenses considera que la comida rápida es demasiado cara, lo que refleja una percepción creciente de insatisfacción con los precios en esta industria. Según la encuesta, la mayoría de los estadounidenses (62%) comen comida rápida con menos frecuencia debido al aumento de los precios, y el 78% de los consumidores considera que comer comida rápida es un lujo. El 65% de los encuestados expresó sorpresa por el costo de un pedido de comida rápida en los últimos seis meses.
Según un análisis de FinanceBuzz, basado en datos de la Reserva Federal y el IPC, McDonald’s ha visto un aumento del 100% en el precio de sus productos entre 2014 y 2024. Este aumento es el promedio del incremento en 10 productos diferentes de su menú, mientras que Burger King han visto aumentos entre el 55% y 39%.
A su vez, diferentes diferentes cadenas de comidas rápidas estadounidenses han notado una disminución en el tráfico de clientes en el último trimestre, ya que los consumidores de bajos ingresos han reducido su gasto.
Este sentimiento de insatisfacción se debe a varios factores, entre ellos, la inflación persistente que ha incrementado los costos de los ingredientes y la mano de obra. Además, las cadenas de comida rápida han tenido que ajustar sus precios para mantenerse rentables, lo que ha llevado a un encarecimiento notable de sus productos.
Y si…a pesar del aumento de los precios, la demanda de comida rápida sigue siendo robusta. Pero… los consumidores son cada vez más selectivos y buscan promociones o descuentos para mitigar los altos costos. Y he ahí la disyuntiva, pues para los establecimientos se hace evidente la necesidad de implementar estrategias más agresivas de precios y promociones para mantener la lealtad del cliente en un entorno económico desafiante y altamente competitivo.
Todo por las nubes, ¿a qué se debe?
El pan es uno de los productos que más ha aumentado de precio desde el inicio de la pandemia. La explicación detrás de este aumento incluye varios factores. El precio del pan fue extremadamente bajo durante mucho tiempo debido a la competencia robusta y el trigo barato.
Sin embargo, la invasión de Ucrania por parte de Rusia a principios de 2022 provocó un aumento en el precio del trigo. Aunque el precio del trigo ha disminuido desde entonces, las panaderías aprovecharon la oportunidad para incrementar sus precios y cubrir los costos de mano de obra, energía y transporte.
Por su parte, el Colombia los precios del queso se han visto afectados por la reducción en la producción de leche cruda causada por factores climáticos adversos y el incremento en los costos de producción, incluyendo alimentos para el ganado y transporte. La situación se agrava por la alta demanda y la menor oferta de estos productos, lo que genera presiones inflacionarias adicionales en el mercado lácteo nacional.
Si hablamos de la carne, en el país el precio sigue siendo elevado debido a la especulación y acaparamiento por parte de algunos actores del mercado, según denuncias de ganaderos, según denunció José Félix Lafaurie Rivera, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).
Estos intermediarios, explica el directivo, compran grandes cantidades de ganado para exportación, reduciendo la oferta interna y elevando los precios locales. Además, la falta de medidas regulatorias eficaces y la poca transparencia en las transacciones contribuyen a mantener altos los costos para los consumidores, afectando tanto a productores como a compradores finales.
A esto se suma un aumento en los costos laborales en los establecimientos gastronómicos, que se han tenido que meter la mano al bolsillo para atraer y retener el talento.
De este modo, los restaurantes deben sortear la presión de mantener la rentabilidad, así como la necesidad de adaptarse a un entorno económico cambiante, bien sea a través de estrategias de precios y promociones atractivas, la incorporación de menús con opciones económicas, o la optimización de operaciones para reducir costos. Esto puede incluir la renegociación de contratos con proveedores, la eficiencia energética en las instalaciones y la implementación de tecnologías que agilicen los procesos operativos.
Adoptando estrategias proactivas y flexibles permitirá a los restaurantes adaptarse mejor a las fluctuaciones del mercado y a las expectativas cambiantes de los consumidores.