Antes de la invención del tenedor, la única manera válida de llevarse la comida a la boca en la vieja Europa eran las manos. Pero el utensilio que hoy es indispensable en nuestras mesas, no fue muy aprobado en sus inicios ¿Por qué?
Varios documentos coinciden en que el tenedor pudo aparecer en el siglo XI, con forma de pincho de un solo diente. Se especula, incluso, que el primero de ellos fue fabricado en oro puro, por orden de la princesa bizantina Teodora.
Lee también: Claves para ser el mejor anftrión
Sin embargo, al querer introducir este cubierto entre su corte, ella recibió el rechazo y fue tachada como escandalosa y reprobable por sus sofisticadas costumbres.
Otros defensores del tenedor que fueron igualmente reprochados en la Edad Media, fueron Catalina de Bulgaria y Carlos V de Francia. La primera, fue considerada por la corte francesa como cursi y licenciosa, y el segundo, no tuvo éxito por su fama de homosexual, por lo cual el tenedor fue percibido como un objeto propio de personas “un tanto equívocas”.
Varios documentos coinciden en que el tenedor pudo aparecer en el siglo XI, con forma de pincho de un solo diente.
Pero, de acuerdo a los historiadores, el rechazo generalizado que este instrumento tuvo en Europa durante sus primeros años, se debió a la falta de habilidad de los comensales. Al no estar acostumbrados, muchas personas se pichaban la lengua, las encías y los labios.
Incluso el cardenal benedictino del siglo XI, San Pedro Damián, llegó a considerar al tenedor como un “instrumento diabólico” por su refinada utilización.Para el siglo XIX, el tenedor logró generalizarse en la mayor parte de Europa.
No obstante, se tienen referencias de países como España, donde se da uso de este utensilio desde del siglo XIV, y en Italia a partir del XVII, época en la cual ya contaba con una evolución en su diseño, más parecido a los de la actualidad.
El uso del tenedor comenzó a generalizarse en España en el siglo XIX. En Barcelona se fundó la primera industria para la fabricación de estos utensilios.