Es un hecho que la pandemia nos ha traído una oportunidad inmejorable de mirar hacia nuestro territorio y darle al producto local, de una vez por todas, el lugar que se merece.
Si bien los productos colombianos son únicos, diferenciales y que en los últimos años han venido obteniendo cierto prestigio, es cierto que todavía no les hemos dado la importancia que deberíamos darles.
No puedo desconocer que, de un tiempo para acá, venimos descubriendo que en nuestros territorios existen unos productos muy especiales, los cuales son únicos gracias a sus características climáticas y geológicas de las regiones donde se producen, sino también por su valor histórico, cultural y humano, igualmente único.
Las Denominaciones de Origen, en este sentido, vienen aportando a este nuevo reconocimiento y apropiación por lo nuestro. En consecuencia, de a poco, nos estamos dando cuenta de que nuestro país tiene un gran potencial.
Sin embargo, esa conciencia es aún incipiente, pues las Denominaciones de Origen en Colombia presentan ciertas dificultades de promoción y articulación entre los organismos competentes.
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A eso se suma que el esfuerzo de las regiones también es muy limitado, y a la final hemos sido muy pocos los que terminamos conociendo todos los beneficios y provechos que pueden derivarse de estos productos tan especiales.
Otro gran reto es ingresarlos a una cadena logística eficiente, para garantizar su disponibilidad en los diferentes municipios y asegurar las existencias en los hogares, así como en los establecimientos gastronómicos y hoteleros.
Lo bueno, paradójicamente, es que estos tiempos de crisis nos han permitido reflexionar. Ahora tenemos una oportunidad única de fortalecernos, valorando la calidad de nuestros productos, cambiando las relaciones comerciales y uniendo esfuerzos para lograr, por fin, un comercio mucho más justo.
Hoy, en plena pandemia, proveedores como Estrena Tienda Horeca, la Despensa Takami y Gastronomy Market, por mencionarles algunos ejemplos, así lo han demostrado.
Con su apuesta en incursionar y fortalecer su inventario con productos colombianos con Denominación de Origen, han recibido el apoyo de muchos cocineros y, lo mejor, han generado nuevas oportunidades para los productores.
Estos casos nos demuestran que cuando competimos con calidad y no con precio, el mercado sí puede tomar otra dinámica. Ya ocurrió así con los cafés especiales y ahora es el turno del bocadillo veleño, el queso del Caquetá, el queso Paipa, el arroz de la Meseta de Ibagué, el bizcocho de achira del Huila y la cholupa del Huila.
El mercado tiene potencial inmenso de crecimiento, siempre y cuando lo apoyemos. Y lo que me alegra es que ahora veo el deseo y el gusto por respaldar nuestras Denominaciones de Origen.
El momento, aunque no lo parezca, es el mejor. Es un momento que nos permitirá crecer. Es un momento para valorar los esfuerzos de los campesinos. Es un momento para agradecer a los artesanos que producen estos maravillosos agroalimentos de los que debemos sentirnos orgullosos. Debemos creernos el cuento.
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